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La burla más engrazada

La burla más engrazada
Figuras:
Alcalde, su marido
Clara
Un Sancristán
Sale el Sancristán y Clara.
SACRISTÁN
Clara, digo, más bella que una estrella,
cuya hermosa cara,   cosa rara,
por su naturaleza la beleza
le hicieron arreboles   bellos soles
y, por ser tan hermosa,   hurtó a la rosa
como en la blancura   tu hermosura.
Tan de nieve es tu cara que apostara
que aun el sol a la nieve   y en tan breve
con refulgentes rayos da desmayos;
porque eres tú el solo   dese Apolo,
tanto que a llevantarte   y remontarte
la nieve, el sol, estrellas y aun las rosas
te coronan por diosa de las diosas.
Las campanas se piquen   y repiquen
cuando al valle salieres   con placeres,
y si aún de mañana   más lozana
el aurora salir quisiere,   espere,
que eres tú bella aurora   que enamora.
Pues con vivos desvelos les das celos,
las flores te coronen   y le abonen
llegar su gentileza   a tu cabeza.
Los arroyos, que son cristales   tales
nel valle más seguro   sin murmuro,
reina de las montañas   más estrañas,
con campanas, aurora, arroyos, flores,
todos tañan y canten tus loores.
CLARA
A tan alto decir, debo añadir
por paga aquestos brazos
del amor que te tengo,   con que vengo
dicir en breve asunto
lo mucho que te quiero todo junto.
SACRISTÁN
Pues si licencia me das,
tu cara en verso loaré.
CLARA
Sé que eres poeta y sé
SACRISTÁN
Oye un soneto que hallé
en tu loor y verás.
De dos conchas de nieve, si aun más bellas,
una perla se halló en cada una,
tan brillantes de noche, que la luna
entre nubes se esconde, por no vellas.
Absortas se quedaron las estrellas
y no faltó quien dijo que ninguna
dejó de eclipsarse. ¿Hay tal fortuna?
Luego aun más se levantaron ellas.
¿Sabes qué conchas son, Clara divina,
las que luna y estrellas rebozaron,
o, por mejor dicir, las luces dellas?
Pergúntalo a tus sienes y adivinha
que ellas las conchas son que fabricaron
perlas que eclipsaron luna y estrellas.
CLARA
Si en tan alto me pusiste,
obligación es forzosa
pagarte con una glosa
lo soneto que me hiciste.
Di el mote.
SACRISTÁN
         ¿Qué dijiste?
¿También versificas?
CLARA
                                    Sí.
SACRISTÁN
Pues este es el mote.
CLARA
                                  Di
y aplícalo a tu sentido.
SACRISTÁN
Sancristán, Clara y Cupido.
CLARA
Suele amor cuando es mayor
en amantes transformarse
tanto que a divisarse
no llega cuál es amor.
Logre, pues, de superior
nuestro amor, dueño querido,
el título repetido,
pues de suerte nos unimos
que lo mismo a ser venimos
Sancristán, Clara y Cupido.
SACRISTÁN
Con tanta gracia y primor
glosaste, y con tal concierto,
que puedo decir, y es cierto,
no le he oído mejor;
y por pagarle a tu amor
deuda que lo es tan debida,
habré cantarte esta noche
a tu puerta una letrilla
de las mejores del valle.
CLARA
Cual fenis, que en las cenizas
renace cuando se muere,
saldré a oírte.
SACRISTÁN
                  Pues vivas
tanto como te deseo
siempre renaciendo en dichas.
Vanse.
Sale el Alcalde.
ALCALDE
Dos horas ha que a la queda
tañieron. Yo lo he rondado.
Sale el Sancristán.
SACRISTÁN
Hacia aquesta parte aqui
siento rumor, pero vamos,
corazón, que no hay recelo
si Clara os da la mano.
Templan adentro una vigüela.
ALCALDE
Una guitarra se templa
a mi puerta. ¡Guarda, Pablo,
que es mi Clara muy hermosa!
Mas lo que canta veamos.
Canta la letra seguiente.
SACRISTÁN
Clara, más hermosa y clara
que la luz clara del sol,
hace tu luz clara que haga
clara señal a mi amor.
ALCALDE
Según la letra que dice,
este amigo que cantó
lo debe de ser de güevos,
pues tanta clara esparció.
Canta.
Sacristán
Despertad, dueño mío,
mirad que muero
por llegarme a la cara
de vuestro cielo.
ALCALDE
Quien está cantando a mi puerta
váyase luego de ahí.
SACRISTÁN
¿Váyase? ¿Quién se lo manda?
Porque yo no me quiero ir.
ALCALDE
Pues arranque, majadero
SACRISTÁN
Sí arranco, y por San Gil,
que habrá ser menos cortalle
un bigote o la nariz.
ALCALDE
¿Un bigote?
SACRISTÁN
            Sí, un bigote.
ALCALDE
¡Un bigote! ¿Hay más dicir?
SACRISTÁN
Váyase luego.
ALCALDE
                  Sí voy,
sor barbero cicatriz,
que no hay para cada un año
un bigote que injirir.
Vase el Alcalde.
Dice Clara de lo alto:
CLARA
Sirguero desta ventana
que hice jaula para ti,
tu voz y letra he escuchado.
SACRISTÁN
¿Qué te ha parecido, di?
CLARA
Que eres sirene que encantas.
SACRISTÁN
Tú me has encantado a mí.
CLARA
Pero, ¡mi marido! Espera
mientras lo echo de aquí.
SACRISTÁN
¿Qué espere? ¡Bueno! ¡Que espere!
Siete años estaré yo aqui
por obligar tu hermosura.
CLARA
Pues com industria sutil
te haré subir a mis brazos,
tan seguro volatín
que en el aire,
(aparte)
                  no lo digo,
veas,
(aparte)
no lo he de dicir,
que en las burlas soy mujer
y no lo puedo encubrir.
Vase.
SACRISTÁN
Ansí que todo se allana:
yo soy de la solfa el mi,
viendo que cuando el sol baja
sirve este para sobir.
Sale el Alcalde a la ventana, hablando como su mujer, con la voz mucho dulce.
ALCALDE
¿Quién romaniquisca aquí?
SACRISTÁN
                                                 ¿Es mi hermosa Clara?
Aparte.
ALCALDE
Este es sancristán, y es en quien repara
el recelo que ha muchos días tengo.
SACRISTÁN
Ya sabes que te espero y solo vengo
por lograr tu hermosura.
ALCALDE
                                            ¿Hay tal ventura?
Aparte.
En la red le cogí. Pájaro, holgaos:
el ñido tenéis cierto, esperaos.
En este cesto, señor,
seguro podéis meteros,
que nadie puede ofenderos
cuando os llevanta mi amor.
Echa un cesto con una cuerda por la ventana.
SACRISTÁN
Obliga vuestro favor
de suerte que, aunque entendiera
que la vida aquí perdiera,
no lo hubiera rehusado.
Aparte.
ALCALDE
Él se ha de quedar ahorcado
sin confesión ni escalera.
SACRISTÁN
Iza la cuerda hacia arriba,
que por llegarme a tus brazos
cada instante es un siglo,
cada minuto un letargo.
¿Óyesme bien? ¿No respondes?
En este tiempo estará colgado, metido nel cesto, en medio de la ventana y el suelo.
Aquí, a mi ver, hay engaño.
Si así colgado me deja,
veniendo el día está claro
que los muchachos me tiren
piedras y muera a sus manos.
Pero callemos, que aquí
siento rumor a este lado.
Sale el Alcalde.
ALCALDE
Yo le quisiera pagar
aqueste noturno pájaro
con una letra, la misma
que a mi puerta hubo cantado,
mas sin estromento… ¡Bien!,
que aquí se le hubo olvidado
la vigüela y al meterse
nel cesto la hubo dejado.
Templo y canto.
El Sancristán de dentro.
SACRISTÁN
                       ¡Una vigüela!
ALCALDE
A ucé va, sor hidalgo.
Canta.
Ucé, que en jaula se halló,
quien en ella le metió
cierto está diría que
cantase. Si esto así fue,
diga: ¿qué letra cantó?
El Sancristán orneya como jumento y dice «hon».
ALCALDE
Pagarte la letra y voz
mi condición solicita.
SACRISTÁN
Si desta jaula me quita,
hará gran servicio a Dios.
ALCALDE
Pues mire qué muerte quiere,
si de cuchilo o de palo.
SACRISTÁN
Todo eso, amigo, es tan malo
que nadia se lo desea.
ALCALDE
Pues, bellaco, ahora crea
que aquí le haré sepultura
por lo que tengo de honrado.
SACRISTÁN
Mire que tengo tonsura
y queda ucé escomulgado.
ALCALDE
Tú eres el escomulgado.
SACRISTÁN
¿Qué te he hecho?
ALCALDE
                           ¿Qué? Sospecho
querer suciar, y es mal hecho,
el matrimonio sagrado.
Dale con un palo nel cesto y échalo fuera dél, y le anda dando por el teatro, y dice el Sacristán:
SACRISTÁN
¡Aque de la Iglesia!
ALCALDE
                             ¡Aguarda!
SACRISTÁN
¿Por qué con furia tan recia?
ALCALDE
Porque no vale la Iglesia
quien sus preceptos no guarda.